Monte Beriáin

Monte Beriáin
Monte Beriáin (San Donato). Foto cedida por Víctor Abendaño

domingo, 8 de noviembre de 2009

ENERGÍA OSCURA por Sheyla Salvador de 1º B

En tiempos de Ptolomeo, la Tierra y el hombre eran el centro del universo, hasta que Copérnico, Galileo y otros destronaron a los hijos de Dios del centro de la creación. Desde entonces hemos contemplado cómo el sol se convertía en un vulgar astro de los miles de millones que pueblan la periferia de la galaxia, que a la vez es uno más de los cientos de miles de millones que pueden observarse. Cuando la ciencia ha buscado las piezas clave para comprender el universo se ha encontrado con unos datos elocuentes: como mucho el 5% de la masa del universo es materia bariónica (la misma de la que estamos compuestos usted o yo), en torno al 20% es materia oscura (deducimos su existencia, pero no puede detectarse por su radiación y dudamos de su naturaleza); y un 75% es energía oscura. La energía oscura podría definirse como un tipo de energía de la que sospechamos que debe de existir, pero que no puede explicarse o detectarse con la Física que manejamos. Según los últimos estudios sobre la expansión del universo, puede desempeñar un papel decisivo en los modelos con los que los científicos explican la evolución del Cosmos desde su inicio hace 13.000 millones de años hasta hoy, y su comportamiento futuro. Cuanto más avanzamos en el conocimiento del universo, más conscientes somos de las limitaciones de la ciencia para alcanzar una comprensión plena de lo que nos rodea. Con el descubrimiento en los años 20 de que el universo no es un ente estático sino que está en expansión, con las galaxias alejándose unas de otras a enormes velocidades, algunas de las preguntas eternas como “de dónde venimos” o “a dónde vamos” cobraron nuevo sentido. Para empezar, si el universo está en expansión, según nos remontemos atrás en el tiempo éste debería ser más y más pequeño, y tener un inicio. Es lo que hoy se conoce como Big Bang o Gran Explosión. En un primer momento el universo tenía un tamaño tan reducido que los cosmólogos han tenido que recurrir a la Física de lo más pequeño, la Física Cuántica, para poder explicar la evolución de lo más grande. Los extremos se tocan, como en la más pura tradición taoista.

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