Monte Beriáin

Monte Beriáin
Monte Beriáin (San Donato). Foto cedida por Víctor Abendaño

lunes, 1 de marzo de 2010

SUPERERUPCIÓN DE TOBA

En la isla de Sumatra, Indonesia, se encuentra el lago volcánico más grande del mundo. Tiene 100 kilómetros de largo por 35 de ancho. Es parte del cráter que produjo la erupción volcánica más impresionante que haya ocurrido desde que existe el género humano. Ocurrió hace 73 mil años, y fue tan impresionante que los efectos produjeron un invierno de seis años en todo el mundo, seguido de 1800 años de intenso frío, la etapa más fría de la última Glaciación, que había comenzado 100 mil años antes del presente, y terminó hace unos 10 mil años. Se cree que la temperatura pudo haber bajado hasta 16 grados centígrados. Se cree que la columna de humo del volcán Toba pudo alcanzar hasta 40 kilómetros de altura, esto es el doble de cualquier erupción catastrófica histórica.
Nuestra especie, Homo sapiens, se originó en Africa hace unos 200 mil años. Desde hace al menos 100 mil años ya había humanos modernos viviendo en Medio Oriente, y para la época de la catástrofe de Toba, unos 70 mil años atrás, ya habíamos poblado el Sudeste asiático y el sur de China. Europa sólo estaba habitada por los neandertales en esos tiempos, y en el resto del mundo todavía no nos conocían.
¿Cómo sintieron estas dos especies humanas los efectos de esos seis años sin verano seguidos de 1800 años del frío más intenso? Hay dos posturas encontradas al respecto.
Una fue propuesta por Stanley Ambrose en 1998. Ambrose, antropólogo de la Universidad de Illinois, Estados Unidos, relacionó estudios genéticos con la catástrofe de Toba. Sus conclusiones decían que toda esa corriente colonizadora humana que había partido de Africa para poblar la India y el Sudeste asiático se habría casi extinguido, permaneciendo con vida sólo las poblaciones de Homo sapiens que vivían en las zonas ecuatoriales tanto del sudeste asiático como de Africa.
Desde la arqueología no se ve ninguna discontinuidad en el registro fósil ni tampoco en las evidencias de herramientas líticas. No se lo ve en Africa, y tampoco en Asia. No hay evidencia alguna que sugiera un cuello de botella hace 73 mil años. Tampoco se ve ningún tipo de reducción de población entre los neandertales que poblaban Europa.
En 2007, Petraglia y colegas excavaron un yacimiento en India y descubrieron un yacimiento humano en el que se veía la huella de la catástrofe de Toba. Pero encontraron restos arqueológicos tanto debajo de esa franja, como por encima.
En la actualidad hay estudios tanto desde la genética como desde la arqueología que desestiman esas reducciones drásticas de la población humana. Un estudio del yacimiento en India demuestra que los humanos fueron y son flexibles ante los cambios climáticos. No somos plantas que no podemos movernos, y ya hace 70 mil años éramos un animal inteligente, que tenía tecnología. La flexibilidad de los humanos modernos se ve que era suficiente como para superar un evento colosal como la súper erupción de Toba.

FUTURO: Sábado, 13 de febrero de 2010

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